Aprendemos a ser felices

Muchas veces en la vida de una persona surge la gran pregunta de cómo encontrar la felicidad. Pero, ¿la felicidad se encuentra o se aprende?

Sabemos que la felicidad es un estado de bienestar general transitorio, por lo que no se puede conseguir eternamente. Si la felicidad fuera continuada durante toda una vida sería insano y nuestras emociones dejarían de sernos útiles.

Entre el 25-50 % de nuestros genes establecen nuestra habilidad pare ser felices, el resto viene determinado por la educación recibida por nuestros padres y por las experiencias vividas por uno mismo, además de lo que cada uno aporta.

Se ha determinado que entre los 3 y los 6 años las experiencias de los niños son realmente importantes para su futuro, referente al estado de ánimo. Lo cual recalca la importancia de la plasticidad del cerebro.

¿Qué es lo que uno mismo aporta?

Las emociones se rigen por las partes más primitivas del cerebro, las cuales son compartidas por el resto de animales. Tales emociones nos orientan en una cierta dirección, dos de ellas son el optimismo y el pesimismo, las cuales recíprocamente están moderadas por nuestras emociones y circunstancias.Felicidad

Las personas optimistas dirigen sus pensamientos y actitudes hacia polos más positivos, satisfactorios o beneficiosos. Está demostrado que son más realistas, ya que observan por igual lo positivo y negativo de cada circunstancia. Además, diversos estudios indican que viven más y mejor. En cambio, existen otro tipo de personas que tienen miedo a una posición más optimista. Una frase representativa de este tipo de pensamiento sería: “pensar positivo es engañarse a uno mismo”. Son los llamados pesimistas, los cuales son incapaces de fijarse en lo positivo, por lo que mantienen una atención selectiva hacia lo negativo exclusivamente. Nuestro sistema cognitivo posee estrategias y mecanismos de defensa contra el pesimismo, pero no resulta suficiente.

Por tanto, el primer paso para alcanzar la felicidad es cambiar nuestros pensamientos, actitudes o acciones hacia una visión más positiva sin miedo a ser irrealistas, más bien al contrario.

Por otro lado, sabemos que el aumento de salario, el que nos toque la lotería,… es un estado transitorio de felicidad que no dura más de 2 o 3 meses. No hay que tener envidia de los más ricos puesto que no son más felices que los demás, es pura apariencia. Por lo que en este caso más es menos. Tenemos libertad e infinitas posibilidades donde elegir, pero no por tener más vamos a ser más felices. Es un círculo donde el querer tener más y no poder o el tenerlo todo crea un estado de ansiedad e insatisfacción.

Una vez descartado el dinero, también podemos apartar la edad, el sexo, la raza, clima, cultura, educación y un estado de salud óptimo, ya que no nos garantizan la felicidad.

Lo que sí parece establecer nuestra alegría más duradera es nuestra red de apoyo (pareja, amigos y familia). La intensidad de nuestras relaciones sociales y el tiempo que invertimos en ellas parecen ser el elemento externo que determina nuestra felicidad. Diversos estudios explican que las personas que comparten su vida con otra son más felices.

Según la psicología positiva la confianza en uno mismo, la esperanza y la interpretación positiva de los sucesos nos protegen de la infelicidad.

Recapitulando, se puede aprender a ser felices moldeando nuestra percepción hacia una visión más optimista, mediante el análisis de lo positivo y lo negativo de nuestros pensamientos y actitudes. Se pueden practicar actividades que nos reporten placer y cultivar nuestras aficiones, aunque no tengan ningún objetivo final, solo por el placer de hacerlo. Y por último, lo más importante es mantener y trabajar nuestra base de apoyo en la vida, la familia y los amigos.

“La simplificación de la vida es lo que nos hace felices”.

Mª Pilar Ferre Ribera

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